"Ser acompañante es para mí algo muy especial que me llena el alma pero que, al mismo tiempo, tiene una enorme responsabilidad ya que involucra a personas que están pasando por una situación difícil".
Miembro del equipo profesional de FAMILIA
Pese a que su anterior profesión se basaba en la contabilidad y las ventas, cuando Adriana Barrios se define en el ámbito laboral hace hincapié en la educación cordial, el respeto y la amabilidad como sus principales fortalezas.
Para ella, el diferencial más importante en su tarea cotidiana radicó siempre en ubicarse en el lugar del otro y relacionarse con los demás de la misma manera en que a uno le gustaría ser tratado. "Si todos pudiéramos ser así y pensar no solo en el bienestar individual sino más bien en el colectivo, creo que la vida sería mucho más placentera. De esta manera es como siempre traté de actuar en mi trabajo y en mi vida en general, con conciencia solidaria".
Por eso, cuando surgió la oportunidad de capacitarse para integrar el equipo de acompañantes de FAMILIA no tuvo dudas y asumió el desafío: "Ya tenía experiencia en el cuidado de adultos mayores, además mi madre es enfermera así que me apoyé mucho en ella. También fui voluntaria en una fundación que asiste a personas mayores y a niños con problemas".
En la actualidad Adriana integra el equipo profesional y cuidó a personas de diferentes edades y patologías: "Este no es un trabajo cualquiera; ser acompañante es para mí algo muy especial que me llena el alma pero que, al mismo tiempo, tiene una enorme responsabilidad. Involucra a personas que se sienten vulnerables porque están pasando por una situación difícil".
En su opinión, gestos como una mirada atenta, dar la mano o simplemente acercarse a la cabecera de la cama a escuchar, tienen un efecto inmediato y ayudan a la recuperación de las personas. "Creo que el contacto respetuoso y cálido con los demás aporta grandes beneficios tanto para la salud física como mental".